Responsabilidad Social Corporativa

Esa determinación no existe hoy, a juicio del hombre que tomó en julio pasado el relevo de Manuel Soler como presidente de la Confederación Vallisoletana de Empresarios. Ni para ser ciudad industrial, ni para nada. «Podríamos haber afrontado la crisis en mejor situación si hubiéramos tenido más claro cuál es nuestro papel. Pero no sabemos si somos la capital de Castilla y León o no. No sabemos si somos una ciudad industrial, de servicios, de turismo o de qué. En su momento nos faltó determinación para pensar y preparar el futuro. Ahora estamos obligados a ello porque estamos agobiados por el presente», asegura.

No rechaza los esfuerzos que el Ayuntamiento está haciendo para convertir a Valladolid en la ciudad del pincho y de la gastronomía, con el fin de captar más turistas. «Me parece bien como estrategia de márquetin para dar a conocer a la ciudad. Y puede ser interesante como coadyuvante de otra cosa. Pero como apuesta principal para la ciudad me parece pobre».

«Habría que haber facilitado más la instalación de industrias», opina. «Que en una ciudad como Valladolid, que será de las más planas de España, haya problemas de suelo no se entiende».

Aunque el presidente de la CVE admite que los tiempos de mayor escasez de suelo industrial probablemente sean cosa del pasado en Valladolid, duda de algunas actuaciones. Por ejemplo, la ampliación del polígono de San Cristóbal: «Se hizo a precios muy elevados que ahora están asfixiando a las empresas».

También lamenta De Pedro que se perdiera la oportunidad de desplazar Argales a las afueras, porque ahora este polígono industrial «está estrangulado por la proximidad de la ciudad». A su juicio «hubo un momento en el que hubiéramos podido hacerlo, y convertir esa zona en un nuevo barrio. Ahora sería costosísimo».

En general, en materia de suelo industrial, cree que se ha hecho labor «pero no sé si siempre con buen criterio». «Los polígonos industriales que la Diputación ha impulsado en pueblos de la provincia no parecen una idea muy adecuada si juzgamos por su nivel de ocupación hasta ahora».

Sin embargo, De Pedro ve con muy buenos ojos las medidas de incentivo de la instalación de empresas que ha anunciado la institución provincial. «Es una buena iniciativa, aunque hubiera sido deseable haberlo hecho antes». El camino es el mismo que está transitando Cantabria: dar facilidades. «Pero aquí ahora no es así. Las empresas tienen que venir a capa y espada, dispuestas a pegarse con todos». En este mismo terreno, invita a coordinar la oferta de suelo industrial, porque ahora hay cuatro administraciones con suelo en venta y que pugnan entre sí. «El macropolígono de Cabezón de Pisuerga, por ejemplo, es un gran proyecto, pero que compite con otros. No sé si queremos tener un único foco de atracción o dispersarlos. Y tampoco sé si ambas son opciones compatibles». Por no hablar del polígono de Tordesillas, que sufre los efectos de la falta de coodinación dentro de la misma administración central: Sepes, que es el propietario del polígono no puede desarrollarlo porque Fomento no ha completado los accesos.,

En cualquier caso, recalca que el proyecto de Cabezón no debe abandonarse. «Ahora probablemente llegue tarde, pero quizás dentro de diez años sea absolutamente necesario. No podemos pasar del blanco al negro, del todo a nada. Somos maniqueos».

El presidente de la CVE ve en los nuevos talleres de Renfe que se están construyendo «una oportunidad» para relanzar la actividad industrial de Valladolid. «Pueden ser los más importantes del sur de Europa para el mantenimiento de los trenes AVE. Y eso será especialmente importante cuando se complete la conexión con alta velocidad hasta Francia», explica. Por ello invita a apostar por ello y crear las condiciones para aprovechar ese potencial. De igual modo, cree que hubiera sido posible sacar más partido a la conexión por alta velocidad con Madrid si se hubiera facilitado la instalación de industrias de innovación o TIC.

«El AVE no ha colmado las expectativas que despertó», reconoce, «pero porque probablemente eran exageradas, sobre todo a la vista de lo que había ocurrido en otras ciudades españolas, como Ciudad Real, o Guadalajara, a las que llegó antes que a Valladolid, y en las que la experiencia revelaba que tampoco supuso ninguna revolución».

Con prudencia, se anima José Antonio De Pedro a sugerir que Valladolid debe ser más reivindicativa de lo suyo. «Esta es una ciudad cosmopolita, en la que nos juntamos gente de muchas partes, lo que es una ventaja. Valladolid ha sido muy generosa en asumir y en no provocar, y en no tensar las cuerdas. Eso es bueno, pero en un contexto de reivindicaciones provinciales muy marcadas tiene el problema de que el que no llora, no mama».

En este sentido, no duda en reconocer y alabar el papel que juega el alcalde de la ciudad, Javier León, como paladín de los intereses de la ciudad. «El alcalde es el que llora por todos. En eso creo que los vallisoletanos deberíamos estar satisfechos, aunque a lo mejor no le acompañamos como deberíamos».