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Sólo en términos económicos, esa brecha entre hombres y mujeres está suponiendo una importante factura a nivel mundial. En este sentido, cada año se están perdiendo unos 7 billones de dólares sólo en los países pertenecientes a la OCDE, según datos de Moody's Analytics. Obviamente, la supresión de las barreras en las grandes economías emergentes aumentaría aún más el potencial beneficio. Hace unos años Mckinsey Global Institute (MGI) ya había advertido de que, si las mujeres pudieran participar equitativamente en la economía, se añadirían 28 billones de dólares al PIB mundial en 2025.

Como recuerdan desde el Banco Mundial, la tasa global de participación en la fuerza laboral de las mujeres es de poco más del 50% en comparación con el 80% de los hombres. Ciertamente los datos varían en función de la región, pero es destacable que en todas las regiones la participación masculina es aproximadamente la misma (alrededor del 80%) y notablemente más alta que la de las mujeres.

Un caso especialmente llamativo es el de India, en el que la participación laboral de los hombres es del 79,6% y de las mujeres del 22,3%. Se trata de un país con 1.408 millones de personas. De hecho, cuando se excluye a India del grupo de países de ingresos medios-bajos, la brecha de género en la participación para todos los demás países de esta categoría se reduce en 10 puntos porcentuales.

La penalización de los cuidados

Según un reciente informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), las responsabilidades personales y familiares, incluido el trabajo de cuidados no remunerado, afectan desproporcionadamente a las mujeres. Estas actividades pueden impedirles no sólo tener un empleo, sino también buscarlo activamente o limitar su disponibilidad para trabajar con poca antelación.

No en vano, las mujeres dedican entre 1 y 3 horas más que los hombres a las labores domésticas y entre 2 y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados (a los hijos e hijas, personas mayores y enfermas), según los datos de ONU Mujeres.

A este respecto, los datos de ILOSTAT (referencia mundial en materia de estadísticas internacionales del trabajo) señalan que uno de los principales factores que reducen la participación de la mujer en la población activa es la crianza de los hijos. Así, en el grupo de edad de entre los 25 y los 54 años, con al menos un hijo, la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral es del 53%, mientras que la de los hombres es del 96%.

Esta ratio de penalización es mayor en los países de renta media-alta donde se observa que la participación en el mercado laboral de las que son madres es casi un 20% menor. Por ejemplo, en la Unión Europea, el 25% de las mujeres señala que las responsabilidades de los cuidados y otras tareas de índole familiar y personal son la razón de su ausencia en el mercado laboral, en comparación con el 3% de los hombres.

"Las mujeres no pueden lograr la igualdad en el lugar de trabajo si están en una posición desigual dentro del hogar", apunta Carmen Reinhart, vicepresidenta sénior y economista jefe del Banco Mundial. "Eso implica lograr condiciones equitativas y asegurarse de que el hecho de tener hijos o hijas no impida a las mujeres participar plenamente en la economía y hacer realidad sus esperanzas y aspiraciones".

El mayor impacto de la maternidad en los países con ingresos altos y medios-altos se debe a la falta de políticas de conciliación y a que las familias son menos numerosas, por lo que la red de ayuda a la crianza de los hijos e hijas es menor.

En cambio, como señala la OIT, en muchos países como los de África subsahariana la maternidad no penaliza tanto debido a la necesidad económica, la posibilidad de compaginar los trabajos agrícolas (representan, de media, el 43% de la fuerza de trabajo agrícola en los países en desarrollo) con la maternidad, y a la presencia de familias extensas que pueden ayudar en esa labor de crianza.

Carmen Reinhart: "Las mujeres no pueden lograr la igualdad en el lugar de trabajo si están en una posición desigual dentro del hogar"

En todo el mundo, 118 economías garantizan 14 semanas de baja remunerada para las madres. Más de la mitad (114) de las economías analizadas por el Banco Mundial estipulan también una baja remunerada para los padres, pero la duración media es de solo una semana.

La profundidad de la brecha

A nivel mundial, por cada dólar que ingresan los hombres por su trabajo, las mujeres ganan sólo 51 céntimos. Según el informe de la OIT, existen diferencias significativas entre regiones. En los países de renta baja y media-baja, la disparidad de género en los ingresos laborales es mucho peor: las mujeres ganan 33 y 29 céntimos por dólar, respectivamente. En los países de renta alta y media-alta, los ingresos laborales de las mujeres alcanzan los 58 y 56 céntimos, respectivamente, por cada dólar que ganan los hombres.

De hecho, como destaca ONU Mujeres, "la igualdad de género no se trata solo de la igualdad de acceso a los puestos de trabajo, sino también de la igualdad de acceso de hombres y mujeres a buenos trabajos". Y es que son muchas más las mujeres que optan a trabajos vulnerables o de baja remuneración.

En este contexto, según el informe La Mujer, la Empresa y el Derecho 2022, del Banco Mundial, alrededor de 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas. Mientras que hasta 178 países siguen teniendo barreras legales que les impiden participar plenamente en la economía, en 86 países, las mujeres se enfrentan a algún tipo de restricción laboral.

"Si bien se han logrados avances a nivel mundial, la brecha entre los ingresos esperados entre hombres y mujeres a lo largo de su vida es de 172 billones de dólares, casi dos veces el producto interno bruto (PIB) anual del mundo", señala Mari Pangestu, directora gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial.

"En la actualidad persisten brechas abismales en los derechos que tienen las mujeres frente a los hombres, especialmente en áreas como la igualdad salarial. En 93 economías todavía no existe igualdad de remuneración por el mismo trabajo y en algunas, incluso, se presentan retrocesos sobre derechos que ya habían sido adquiridos", apuntan desde el Banco Mundial.

Empoderamiento de la sociedad

La igualdad entre hombres y mujeres es importante no sólo para el empoderamiento femenino, sino también para el desarrollo macroeconómico. En muchos países todavía existen, por ley, limitaciones para la mujer de cara al empleo. Por ejemplo, en 2019 Costa Rica retiraba la norma que impedía el trabajo nocturno para las mujeres. Un año antes, Costa de Marfil prohibía a las mujeres del país trabajar en puestos que "exceden la habilidad y capacidad física de las mujeres o que supongan un peligro que pueda minar su moral", como "trabajar bajo tierra o en minería".

A este respecto, entre el año 2000 y 2009 se introdujeron más de 600 reformas para favorecer la igualdad jurídica. No obstante, desde entonces el Banco Mundial ha observado que el ritmo de las reformas se ha desacelerado. El año pasado sólo se registraron 34 reformas, lo que implica el nivel más bajo desde 2001. Para alcanzar la igualdad jurídica en todo el mundo, el Banco Mundial estima que se necesitan otras 1.549 reformas.

Con este escenario, serían necesarios otros 50 años para alcanzar la igualdad. "Esto significa que una mujer joven que ingresa hoy al mercado laboral se jubilará antes de poder gozar de la igualdad de derechos durante su vida laboral", señala la institución.

Mari Pangestu: "La brecha entre los ingresos esperados entre hombres y mujeres a lo largo de su vida es de 172 billones de dólares"

Con todo, "superar las barreras legales basadas en el género beneficia a toda la sociedad, no sólo a las mujeres. En una época en la que las economías del todo mundo necesitan movilizar toda su capacidad productiva para generar crecimiento, apartar a la mitad de la población constituye una pérdida significativa. Las mujeres no pueden esperar otros 50 años o más para alcanzar la igualdad y tampoco puede hacerlo la economía mundial", sentencia el Banco Mundial.