Sumario Semana del 22 al 28 de Abril de 2024. Edición 17.

Economía - Sostenibilidad

Fuente: UCACYL-VA / Norte de Castilla 23 de Septiembre de 2014

«Las mayores debilidades de Castilla y León el envejecimiento y la tasa de actividad».

Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valencia. Máster por la London School of Economics y Doctor en Economía por la Universidad de Valencia, Rafael Domenech es Economista Jefe de Economías Desarrolladas en el servicio de estudios BBVA Research.

¿Cómo ve la marcha de la economía de Castilla y León?

-De acuerdo con el escenario de BBVA Research, Castilla y León ha recuperado el crecimiento del PIB en 2014. En el conjunto del año, la economía regional crecerá el 1,4% y continuará acelerando su crecimiento hasta el 2,2% en 2015. Y con este, se acelerará también la creación de empleo que ya se habría iniciado. Esto es posible porque la economía de Castilla y León está asistiendo a la paulatina recuperación de la demanda interna, en un proceso común al conjunto de la economía española, facilitado por la mejora de la confianza y la reducción de los costes de financiación. En cuanto al sector exterior, principal soporte de la economía regional durante toda la crisis, se ha desacelerado durante el primer semestre de 2014. Sin embargo, podría volver a recuperar el dinamismo en la medida en que se intensifique la recuperación de los principales socios comerciales de la región, principalmente los países de la eurozona.

-¿Aprecia que sale mejor o peor que otras, o que la mayoría?

-El escenario actual supone un crecimiento similar al del conjunto de España (una décima más que el conjunto nacional en 2014 y una menos en 2015). En definitiva, un crecimiento similar a la media. El mejor comportamiento pasado y previsto del sector exterior, apoyados en el sector industrial y agrario, más que compensaría una aceleración algo menor de la demanda interna.

-¿De qué adolece, o qué debilidades pueden estar lastrándola?

-Frente a la media española, Castilla y León adolece de una población más envejecida y menor tasa de participación en el mercado laboral como principales lastres para la recuperación del PIB per cápita. Pero las dificultades para garantizar la sostenibilidad del crecimiento van más allá. La necesidad de cambios estructurales que mejoren la competitividad de las empresas, aumenten la cualificación de los trabajadores, flexibilicen el mercado de trabajo y faciliten cambios en la tendencia demográfica es clave para lograr avances en la productividad y el empleo que permitan que Castilla y León converja hacia las regiones avanzadas de Europa.

-¿Cuáles son sus fortalezas o aquello por lo que debería apostar?

-El proceso de diversificación de las exportaciones castellano y leonesas de las últimas décadas es uno de los casos de éxito entre las comunidades españolas, habiendo servido de soporte ante la crisis y facilitando que la contracción de esta economía haya sido menor que la media. Castilla y León ha pasado de contar con una especialización productiva altamente orientada a las exportaciones de automóviles (a pocos países) a diversificar las mismas con componentes de automóvil o productos agroalimentarios, en los que además es líder nacional en esfuerzo en I+D. Sin embargo, esto no es suficiente, como pone de manifiesto la pérdida de dinamismo exportador en el primer semestre. La ventaja de Castilla y León es que ha sido ya capaz de realizar importantes esfuerzos en los últimos años y, por tanto, debe continuar en la línea ya emprendida: continuar apostando por la diversificación, tanto en destino como en producto, aumentar la productividad y acelerar el esfuerzo en I+D+i o mejorar la inversión directa en la región.

-¿Cómo influye –para bien o para mal– su estructura productiva?

-El menor peso del turismo unido a la dinámica poblacional en Castilla y León durante la fase expansiva anterior permitieron una menor relevancia del sector de la construcción. Con ello, la región ha podido protegerse hasta cierto punto en la crisis, experimentando una menor caída. La mayor especialización en la industria (automóviles y componentes como mejores exponentes) y la agricultura (con el vino y la industria agroalimentaria como destacados) ha dado lugar a una necesidad de apertura de la economía que, como ya se ha citado, se ha producido con éxito. En la medida que las mejoras de competitividad en estos sectores continúen, la influencia de esta especialización productiva continuará siendo positiva. La contrapartida de una mayor relevancia de estos sectores, y de una mayor productividad es una mayor dificultad de creación de empleo –bajo el actual marco de regulación del mercado laboral– que en regiones en las que el turismo o la recuperación de la demanda de vivienda pueden empujar la actividad. Urge seguir adoptando medidas que aceleren la creación de empleo.